-No me irás a decir que no
sabías que Frank y Gerard están juntos, ¿verdad?
-Pues claro que no lo
sabía, ¡no soy adivina! -había
pasado del desconcierto al enfado, y lo estaba pagando con Harry aunque no
tuviera la culpa. -Pero él
también me ha besado, no he sido solo yo…
-Seguramente Frank siga en
la biblioteca, voy a hablar con él y a solucionar todo esto. Si es cierto lo
que dices, tendremos que ver qué hacemos. Pero como sea mentira, me encargaré
personalmente de que Gerard se entere de que su “apreciada amiga” va acosando
sexualmente a su novio mientras él se retuerce de dolor.
-¡Eso no es verdad! -Harry no me creía, y no tenía razones para
hacerlo, pero yo había dicho la verdad.
Una lágrima volvía a amenazar con caer por mi mejilla mientras Harry abría la puerta, cuando recordé algo que había quedado eclipsado en mi mente.
-Espera, y tú… ¿Por qué te has puesto así cuando nos has visto?
-¿Yo? No… -contestó Harry, no muy dispuesto a darme una explicación.
-¿Tengo que recordarte que hay una ventana rota ahí fuera? Por cierto, ¿te has hecho daño? No te habrás cortado, ¿verdad? -no pude evitar que me saliera mi instinto maternal, pero no olvidaba que aún no me había dicho por qué se había enfadado al verme compartiendo respiración con Frank.
-No, no te preocupes, estoy bien -ya estaba saliendo del servicio, se me iba a escapar-. ¡Voy a buscar a Frank! - me gritó desde el pasillo. Ya se me había escapado, pero yo no me iba a quedar sin saber a qué venía todo eso.
Me quedé un momento allí, sola, sin saber qué pensar. Intenté evitar mirar al espejo para no ver la demacrada imagen que me devolvería, así que me recompuse con toda la dignidad que pude después de tener la cara llena de marcas por las lágrimas, y salí a buscar a mis amigos. Yo también quería saber qué había pasado, y quería escucharlo de boca de Frank. Además, mis cosas seguían en la biblioteca y tenía que cogerlas.
Antes de abrir la puerta de la biblioteca pude escuchar las voces de Harry y Frank en un tono bastante elevado. Por un momento me sorprendió, pero después recordé que la biblioteca estaba vacía y la bibliotecaria había salido durante su hora de descanso, así que no tenían por qué hablar en susurros.
De repente escuché algo que me dejó helada, algo que nunca pensé que saldría de la boca del pequeño Frank. Mi mano se quedó paralizada en el picaporte cuando la voz de Frank resonó en el eco de la gran sala haciendo que la frase se repitiese hasta quedar perdida: “Quiero quitar a Equis de en medio”.
No pude entrar en la biblioteca y seguí escuchando detrás de la puerta. Tenía que haber una explicación lógica para eso. El dulce Frank, el único que me había defendido de los ataques de Harry, al que yo consideraba algo muy cercano a un amigo, no podía estar diciendo lo que acababa de oír.
-¿Cómo quitarla de en medio, Frank? Hace media hora la estabas besando y ahora…
-Precisamente así pretendo quitarla de en medio.
-No entiendo nada, o me lo explicas o así no avanzamos -Harry parecía tan descolocado como yo, y no me extraña en absoluto.
-A ver, cómo te explico esto… Ya sabes que, desde que apareció Equis, Gerard ha estado diferente. Parecía otro, no era el mismo de siempre. Y especialmente conmigo estaba distinto, más distante por decirlo de alguna forma. Ya lo viste en el hospital, no había forma de hacer que Equis estuviera cinco minutos fuera de la habitación de Gerard…
-Espera, espera. Frank, ¿me estás diciendo…?
-Que Gerard siente algo por Equis, sí, ¡joder!
-Frank, eso no puede ser, ¡Gerard te quiere a ti!
-Venga ya, Harry, ya la has visto, Gerard pierde el culo por ella. ¡Y no pienso permitirlo! No he luchado tanto por nuestra relación para que ahora venga Equis a tirarlo todo por tierra. ¡No!
-Frank, esto no tiene sentido. Y aunque fuera así, ¿qué ganas besándola?
Eso, Frank, explícanos por qué narices me has besado.